MAD LAB

MAD LAB. Objeto y memoria. Una conversación.

Octubre 2017

Han pasado ya casi diez años desde que Deyan Sudjic publicara “El lenguaje de las cosas”¹ entrando a considerar los mecanismos de seducción de los objetos que nos rodean. Al final del texto, nos advertía de que “vivimos en un tiempo en el que nuestra relación con lo que poseemos se está transformando radicalmente”. Para Sottsass, y también citado en el mismo libro, existe más de un tipo de utilidad, equiparando lo emocional a lo puramente funcional.²

¹ Sudjic, Deyan, THE LANGUAGE OF THINGS. Penguin Books, London 2009. Publicado inicialmente en 2008por Allen Lane.

² ídem

Mad Lab se ocupa de los objetos. “Objeto”, cuya primera acepción según la R.A.E. es “todo lo que puede ser materia de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, incluso este mismo.” Y precisamente esto es lo que mad lab atesora, un profundo respeto por la persona cuya sensibilidad permite establecer una relación de afecto con lo que le rodea e incluso con ella misma. Ese otro objeto, lejano de la simple “cosa”, que empatiza con nosotros, que se convierte en compañero de viaje habitando nuestro entorno. Sam Hecht y Kim Colin, Industrial Facility, escribieron y editaron un libro capital sobre los mecanismos de enfrentarse al diseño de producto, con el sugerente título de “Product as Landscape”³, (el producto como paisaje).
En él cuestionan el modelo renacentista que seguimos utilizando como ley, en el que el hombrees el centro de todas las cosas representado a la perfección por el “hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci. A su alrededor, y ya en el diagrama de Industrial Facility, alrededor de la persona revolucionan todos los demás “objetos”, desde los de menor tamaño y más próximos en su uso a nosotros como relojes y dispositivos móviles, a en círculos externos más distantes nuestro coche o vivienda, y en última instancia la ciudado la propia naturaleza. Ellos proponen un nuevo paradigma, al que llaman de“ dependencia” en el que nosotros, solamente humanos, nos convertimos en parte de esa enorme rueda al mismo nivel que todo lo que nos circunda. Diseñar un vaso considerando la mesa sobre laque quedará posado, la luz que incidirá a través de la ventana de la habitación en la que estará, el sabor del líquido que llevaremos hasta nuestros labios.

³ Hecht, Sam & Colin, Kim, PRODUCT AS LANDSCAPE. Industrial Facility, London 2005.

mad lab diseña incorporando el tiempo, y se preocupa en pulir cada uno de los gestos en el diseño hasta desvestir los objetos de sus flecos y hallar la forma necesaria. Cada material es tratado con mimo y cada material encuentra su primordial sentido. Cada madera, ya sea castaño, roble o cerezo, cada metal, cobre, latón, acero, es parte de una historia y de un camino recorrido que queda imantado al propio objeto .El objeto no es una caja estanca cerrada en sí misma, sino parte de una historia que el usuario completará. Es una oportunidad. Es una llave.

Tras una larga y exitosa carrera como diseñador industrial y de exposiciones, Antonio Serrano se embarcó en una particular travesía por el desierto, no sólo impulsada por una crisis que se merendó casi toda la actividad durante años y que dejó al sector del diseño, entre otros muchos, huérfano de proyectos, sino por la convicción, y junto a Mar y algunos jóvenes diseñadores madrileños, de que el diseño debía buscar otro rumbo. Decidieron impulsar un nuevo proyecto, una editora de muebles, con mayor control sobre los procesos de ideación, producción y distribución, inmersos en crear un tejido en su ciudad de diseño con mayúscula. Así nació mad lab.“Vivir es tomar la necesidad de actuar”4, escribe Edgar Morín. Y en ese actuar, en ese convertirse en su propio cliente, comenzaron a brotar colecciones de muebles que se fueron jibarizando hasta convertirse en la maravillosa familia de objetos de la memoria mad lab. Las colecciones de mad lab surgen desde la palabra, pues siempre se abren con la conversación, tanto entre los diseñadores como con uno mismo, pues deshacerse de lo accesorio, de lo urgente, invocando a la memoria para aislar lo necesario, para invocar a la emoción, para escapar de lo puramente útil, pero también de lo puramente decorativo, es fundamental para hallar el espacio en el cajón de lo amado.

Objetos que en palabras de Antonio Serrano, “nacen y se hacen” y que pasan por autopsias previas antes de su producción. Y todos esos ensayos se vuelven objetos que pueblan las paredes del taller, como un gabinete de curiosidades que va conformando el sedimento de los futuros diseños. Taracear en la memoria una imagen, como el latón en la caja de madera. Los diseñadores de mad lab, con sus diferencias, parecen formar una suerte de familia, con una línea matérica marcada por el trabajo artesano que se puede hallar en Madrid y alrededores. Y esto es valiente también, aceptando que Madrid y su diseño, deben convertirse en protagonistas, y que el diseñar requiere de una investigación previa, y que en todo laboratorio, el error forma parte del plan y es trampolín para el siguiente ensayo. Y esa familia habita una casa, o la imagen primigenia de una casa, con su cubierta a dos aguas, que poco a poco inocula a todos los objetos de un sentido de permanencia. Estos bellísimos pedazos de memoria están aquí para quedarse. No son de utilizar y tirar, son objetos de altar. Los objetos se tornan cobijo, y hasta la caja que los alberga está diseñada con todo detalle. Me gusta la idea de entender que en el fondo esta colección, y las que están por venir, son una suerte de plataforma que no solo conecta con la memoria del re-conocer, sino con la más profunda que nos permite re-descubrir. Y en ese juego de percepciones, seguir viviendo en estos objetos que ya forman parte de nosotros mismos.

4Morin, Edgar. ENSEÑAR A VIVIR. Manifiesto para cambiar la educación. Paidós, Barcelona 2016.Publicado inicialmente en el 2014 en Actes Sud/Play Bac.

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